Vivimos en una sociedad que sexualiza nuestros pechos y que coarta constantemente la libertad de ir por la calle como nos plazca.

Campañas publicitarias engañosas y generaciones tras generaciones de mujeres atadas a una prenda absurda, pero, ¿para qué sirve el sostén? Quizás, para verte como la sociedad dicta que debes verte, para no salirte del molde o para no causar controversia.

Suena paradójico que sigamos hablando de esto en el 2018 pero sucede. Es como si estamos listas para votar, para trabajar, para pagar la cuenta pero para dejar de usar una prenda que nos maltrata; no estamos acreditadas. Afortunadamente, cada vez hay más estudios y más mujeres que deciden tomar las riendas de cómo llevar sus pechos.

El cáncer de seno, el tipo femenino más común, parece tener parte de sus razones en el uso del sostén.

Nos vemos perfectas pero a cambio restringimos la circulación y la eliminación de toxinas se vuelve más compleja. Estas se acumulan en las mamas y con el tiempo pueden generar nódulos, quistes y hasta tumores cancerígenos.

Tu cuerpo es tu cuerpo y lo que tú sientes no lo siente nadie más. No tienes por qué llegar a casa desesperada por quitarte esa prenda que más de un dolor de espalda te ha causado. Si no la quieres llevar, no tienes por qué llevarla. Y si te dicen que la sociedad no está lista pues lo cierto es que nunca lo ha estado. Normalicemos que no tenemos los pechos de Pamela Anderson y así nos hacemos todas un favor.

No es incorrecto usar tops, bralettes o adhesivos. No es inmoral poner nuestra naturalidad y comodidad sobre todas las cosas. No es descabellado dejar de contribuir a una industria millonaria que fomenta mentiras. Ojalá algún día, mostrar los pezones o no, deje de ser tan controversial.